Los títulos valores hacen parte del derecho comercial y su utilización diaria crece cada día, como resultado del proceso de globalización de la economía. Nada es más sinonímico a la realidad diaria que la existencia del crédito y la circulación del dinero en cada una de nuestras operaciones económicas. Es palpable y latente la necesidad de crear títulos valores, por ejemplo, cuando adquirimos una tarjeta de crédito, un crédito para comprar vehículo o vivienda; incluso, cuando accedemos a prestar dinero y queremos reflejar la existencia de dicha operación y/o transacción, para tener alguna certeza que nos será restituido tal dinero.
Sin embargo ¿Sabemos realmente lo que estamos haciendo? Tenemos claro los requisitos de validez y eficacia de los títulos valores, por ejemplo, ¿Sabías que una firma puesta en una hoja de papel en blanco puede convertirse en un pagaré?; Si, el poder de una firma autógrafa, electrónica o digital, el hecho mismo de tener correo electrónico y que éste tenga equivalencia funcional de una firma nos hace pensar en las diversas formas de obligarnos o, simplemente, gestionar el riesgo que implica el mundo contemporáneo. La factura electrónica, los títulos valores desmaterializados que permiten gestionar créditos bancarios en línea, le letra de cambio, los cheques, todos, son documentos que conocemos de forma apresurada y parcial, pero está en nuestro día a día.
La mayoría de nosotros no somos conscientes de nuestros derechos en materia de títulos valores, porque, desconocemos la dinámica jurídica que rodea ésta interesante actividad que permea a las grandes corporaciones, entidades, bancos, financieras, pero también nos interesa a cada uno de nosotros.
Diversas razones de la misma cotidianidad nos hacen necesario explorar o profundizar el conocimiento que tenemos sobre títulos valores y su realización o cobro judicial, como también la forma de defendernos en dichos escenarios.